Romance de Rosalinda
A las puertas del palacio
de una señora de bien,
llega un lindo caballero
corriendo a todo correr.
Como el oro es su cabello,
como la nieve su tez;
sus ojos como dos soles
y su voz como la miel.
—Que Dios os guarde, señora.
—Caballero, a vos también.
—Ofrecedme un vaso de agua que vengo muerto de sed.
—Tan fresca como la nieve,
caballero, os la daré,
que la cogieron mis hijas
al punto de amanecer.
—¿Son hermosas vuestras hijas?
—Como un sol de Dios las tres.
—Decidme cómo se llaman
si en ello gusto tenéis.
—La mayor se llama Elena,
y la segunda Isabel,
y la más pequeña de ellas
Rosalinda la nombré.
Anónimo (fragmento)
A las puertas del palacio
de una señora de bien,
llega un lindo caballero
corriendo a todo correr.
Como el oro es su cabello,
como la nieve su tez;
sus ojos como dos soles
y su voz como la miel.
—Que Dios os guarde, señora.
—Caballero, a vos también.
—Ofrecedme un vaso de agua que vengo muerto de sed.
—Tan fresca como la nieve,
caballero, os la daré,
que la cogieron mis hijas
al punto de amanecer.
—¿Son hermosas vuestras hijas?
—Como un sol de Dios las tres.
—Decidme cómo se llaman
si en ello gusto tenéis.
—La mayor se llama Elena,
y la segunda Isabel,
y la más pequeña de ellas
Rosalinda la nombré.
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